Cuando era un crío, mucho antes de jugar a ningún juego de mesa que no fuese el parchís o la oca (O el ajedrez, pero no es tan relevante por ciertas razones), yo jugaba a los juguetes usando dados. Sí, era un frikazo incluso antes de serlo realmente. Me inventaba mis propios juegos de mesa valiéndome de mi infantil astucia y de contados dados que poseía. Mi padre incluso me llegó a hacer un dado de madera, que, aunque la intención fuese todo lo bonita que quisieseis, el dado era terriblemente feo y estaba un tanto descompensado. A pesar de ello siempre lo llevaba conmigo por que era lo suficientemente grande como para que nunca se me perdiese.
Mi afán por inventar juegos de azar con los Playmobil, MegaBlocks y juguetes de diferente índole, se debía a que no tenía demasiados amigos con los que jugar, y salir a la calle no me proporcionaba aliciente alguno, así que me veía obligado a "jugar conmigo mismo". Después de un tiempo me había inventado mis propias reglas para multitud de juegos, que, a veces, incluso podía jugarlo algún amigo con el que quedase. Fútbol, Asaltos, sistemas de combate finalfantilescos... no había límite para mí y mi dado... salvo que hubiese perdido el dado, como muchas veces ocurría.
Mi afán por inventar juegos de azar con los Playmobil, MegaBlocks y juguetes de diferente índole, se debía a que no tenía demasiados amigos con los que jugar, y salir a la calle no me proporcionaba aliciente alguno, así que me veía obligado a "jugar conmigo mismo". Después de un tiempo me había inventado mis propias reglas para multitud de juegos, que, a veces, incluso podía jugarlo algún amigo con el que quedase. Fútbol, Asaltos, sistemas de combate finalfantilescos... no había límite para mí y mi dado... salvo que hubiese perdido el dado, como muchas veces ocurría.